domingo, mayo 31, 2009

"La venganza de la Tierra" de James Lovelock


Aunque leo bastante divulgación científica, sobre todo de temas de evolución e historia de la ciencia, he de decir que este libro me ha sorprendido gratamente. Si antes de leerlo, me hubiesen preguntado quién era James Lovelock, hubiera contestado sin dudar que el autor de la teoría de Gaia y promotor de que las ciencias de la tierra se estudien como un todo, una suerte de bio-geólogo-físico de ideas románticas acerca de la naturaleza de lo que puede ser considerado un ser vivo.

Tras leerlo, sin embargo, he descubierto que el se posiciona con Gaia en un enfoque un tanto diferente de lo que son las ciencias de la Tierra integradas, ya que asume que el ser “vivo” Gaia, produce una homeostasis destinada a mantener las condiciones más adecuadas para la vida que la puebla en ese momento, es decir: que Gaia tiene un “objetivo” (el entrecomillado es mio).

Aunque si que estoy de acuerdo en que el sistema tierra mantiene un equilibrio dinámico que estabiliza las condiciones medioambientales para las formas de vida presentes, esa homeostásis procede de esos mismos seres: Gaia es al mismo tiempo la vida y para la vida. Creo que no es que todo ese amplio catálogo de formas de perpetuarse en conjunto tenga un objetivo común, sino que la selección natural dirige a los organismos hacia formas que ya cuentan con una homeostasis de su medio hacia unas características fisico-químicas concretas, y por esa razón es idonea para ellos. En ese punto, discrepo de Mr. Lovelock.

Pero lo que más me ha impactado y convencido ha sido la de la otra mitad del libro. El autor rompe radicalmente con los abraza-árboles new age con los que suelen asociarse sus ideas: La lucha contra el cambio global, no pasa por las energías eólica y solar (de las que elabora un lúcido y sobre todo realista análisis de pros y contras) y la vuelta a la ganadería intensiva, sino por un plan de emergencia, que pasa por dejar un tercio de la superficie a su libre albedrío (para absorber el impacto y permitir la autorregulación del planeta), un tercio para cultivos alimentarios, y otro para la población humana. Nada de molinos turbinados que se coman superficie que Gaia necesita. Invita a perder el miedo a la energía nuclear de fusión, al menos mientras se desarrolla la de fisión. Propone la síntesis de nutrientes sintéticos para la alimentación, y cualquier otra medida que aumente la capacidad de mantener a mas gente con menos superficie. Por supuesto, el control de natalidad, que no debe ser impuesto como en China, sino que llega naturalmente con el acceso de las sociedades a la información.

Me ha parecido un gran ecólogo, capaz de integrar ideas de varias disciplinas y de presentarlas en un lenguaje accesible para todos, sin perder rigor. Me ha hecho reflexionar sobre los intereses de empresas, medios de comunicación acerca de las ideas científicas, y como éstas llegan al gran público, muy diferentes a como las concibieron sus autores.

Ahora que llega el veranito, y nos asaltan tentaciones de poner el aire acondicionado para combatir el calor, hecho que a la larga produce un gasto (una quema) de energía, y a fin de cuentas, más calor, os recomiendo que leais a James Lovelock. Os prometo que -al menos- os hará pensaroslo dos veces.